Saltar al contenido

Redescubrir el Silencio… 

    Redescubrir el Silencio: El Valor del Aburrimiento en Tiempos de Pantallas

    En los últimos años hemos sido testigos de un cambio profundo en la manera en que nuestros niños y jóvenes ocupan su tiempo libre. Las pantallas, en todas sus formas, se han convertido en una presencia constante, un refugio ante cualquier momento de vacío o desconexión. Sin embargo, detrás de esa aparente comodidad tecnológica, emerge una preocupación que nos invita a reflexionar: ¿qué está ocurriendo con la imaginación, la autonomía y la capacidad creativa de nuestros hijos y alumnos?

    El aburrimiento, tantas veces malinterpretado como un problema, es en realidad una experiencia formativa. Lejos de ser una pérdida de tiempo, representa un espacio fértil donde la mente busca nuevas formas de crear, de pensar y de comprenderse a sí misma. Cuando un joven se permite estar sin distracciones, su imaginación se activa; inventa, explora, reflexiona y aprende a conectar con su propio mundo interior. En cambio, cuando cada instante de silencio es reemplazado por una pantalla, se interrumpe este proceso natural de descubrimiento personal.

    Privar a los niños y adolescentes de la oportunidad de aburrirse empobrece su desarrollo. Sin esos momentos de pausa, disminuyen las ocasiones para fortalecer la paciencia, la concentración y la autorregulación emocional. Aprender a esperar, a tolerar la frustración y a encontrar soluciones propias son habilidades que se cultivan justamente en la quietud y el silencio, no en la inmediatez del estímulo digital.

    También debemos considerar las implicaciones académicas y sociales. El exceso de pantallas fragmenta la atención, limita la comunicación y reduce las oportunidades de diálogo significativo, tanto en casa como en el aula. Cada minuto que se sustituye una conversación por una pantalla es un minuto menos de vínculo, de escucha y de aprendizaje mutuo. En una comunidad educativa como la nuestra, donde buscamos formar hombres íntegros, reflexivos y capaces de actuar con criterio propio, este tema adquiere especial relevancia.

    La imaginación —motor del pensamiento creativo y crítico— florece en el juego libre, en la exploración sin guión, y en la interacción directa con los demás. No es casualidad que los jóvenes más curiosos y autónomos sean aquellos que saben enfrentarse al aburrimiento con creatividad. Ellos no esperan ser entretenidos; construyen su propio entretenimiento, su propia historia, su propio camino.

    Como educadores y padres, tenemos la responsabilidad de guiar, no de llenar cada instante. La tecnología, utilizada con criterio y medida, puede ser una herramienta de aprendizaje y de inspiración. No se trata de rechazarla, sino de enseñar a usarla con propósito. El desafío es equilibrar los momentos de conexión digital con espacios de desconexión y silencio, donde nuestros estudiantes puedan reencontrarse con ellos mismos.

    Invitó a toda la comunidad a promover una cultura que valore el tiempo sin pantallas como un terreno fértil para la creatividad y el crecimiento personal. En la escuela, podemos propiciar actividades que fomenten la reflexión, el juego libre y la colaboración sin dispositivos. En casa, es posible fortalecer hábitos que privilegien la conversación, la lectura, el arte y la vida al aire libre.

    El aburrimiento no debe verse como un enemigo, sino como un aliado silencioso en la formación del carácter. Enseñemos a nuestros jóvenes que no todo debe ser inmediato, que las mejores ideas surgen en los momentos de pausa, y que la verdadera creatividad nace cuando el ruido se apaga y la mente se atreve a imaginar.

    Recomendaciones para fortalecer el equilibrio digital

    1. Validar el aburrimiento. Cuando un joven expresa que no sabe qué hacer, en lugar de ofrecerle una pantalla, invitemos a que explore alternativas, a que imagine o cree por sí mismo.
    2. Fomentar el juego y la exploración libre. Tanto en la escuela como en casa, destinemos espacios donde puedan inventar, experimentar y colaborar sin un guion predeterminado.
    3. Limitar el tiempo de pantalla. Establezcamos horarios razonables y evitemos su uso durante comidas o antes de dormir, priorizando momentos de interacción personal.
    4. Promover actividades sin dispositivos. La lectura, el deporte, la música y el contacto con la naturaleza ofrecen estímulos que desarrollan atención, creatividad y bienestar emocional.
    5. Dar ejemplo. Los adultos somos modelos. Desconectarnos intencionalmente enseña más que cualquier discurso. Si mostramos que es posible disfrutar del silencio y la calma, nuestros jóvenes aprenderán a hacerlo también.

    El reto educativo de nuestro tiempo no es enseñar a usar la tecnología, sino a convivir con ella sin perder la esencia humana. Redescubramos juntos el valor del silencio, del aburrimiento y de la creatividad genuina. Sólo así formaremos hombres capaces de pensar con independencia, sentir con profundidad y actuar con responsabilidad en un mundo cada vez más acelerado.

    Jesús Alfonso Saldaña Maldonado
    Director de High School

    Deja un comentario

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *